viernes, 29 de marzo de 2013

Desvelo número IV


Este es el cuarto de los desvelos que me causas desde que regresaste a mis pensamientos, es presuntuoso de mi parte decir que ya me he “acostumbrado” a ellos, sinceramente, me pesan, en los ojos, en las manos, y por si fuera poco; en los recuerdos.

No es que me resulte ingrata la grisácea tarde de jueves, pero le ataño a días similares a estos, tan precisos y elocuentes, este sentimiento tan “extraño” que tengo de ti, dicho así, en el más textual de los sentidos, porque eso es, un sentimiento infinito, o por lo menos así me parece desde que no he visto tus ojos color avellana y tus sonrisas ocurrentes.

Se ha enviado un mensaje, escuché antes de escribirlo, una canción que, por lo menos para mí, es típica de ti, así decía:
…”Voy a empezar por el principio”: Te extraño a morir, y aunque quizá ahí se acabe la inelocuencia de mis ansias por saberte, el sentimiento; puedes dar por hecho; va más allá de sólo eso.

Se terminó la melodía, y se difuminó dentro de ella el cántico peculiar y nostálgico de Bunbury, y el mensaje lo envié, o quizá lo soñé, con justeza, me temo; no puedo asegurarlo.

…”De sobra sabes, que eres el primero, y que no miento si digo que daría por ti, la vida entera” dice el maestro Sabina, y es que en esa tarde cuando expresé mis delirios por esa canción y los recuerdos que me traía de ti, no lo hacía por aquello de “Y sin embargo, un rato cada día, ya vez, te engañaría con cualquiera”; sino más bien por el “Porque una casa sin ti, es una emboscada, un laberinto sin luz ni vino tinto”. Y es que desde hace 4 noches, eso pasa conmigo, te sueño y despierto sedienta de tus esbozos de alegría y de los sabores interminables de tus miradas, del ritmo de tus piernas justas al caminar, y así; con esa sed que me sofoca y me asfixia, despierto a escribirte, para que; aunque puedas hacerlo en un santiamén, jamás puedas borrarme del viento, sí, de ese mismo que hoy osa tocar tu rostro con la más tierna caricia, que he encargado con el como el tesoro más preciado.

Incierta del sentimiento que guardas entre tus manos llenas de alegría y carisma, así me encuentro en esta noche, pasó una noche más, la única diferencia, es que esta me dediqué a soñarte, en aquel laberinto verde mar que recorrimos más de una vez divagando acerca de lo que creíamos se trataba la vida, de lo hermoso, sin precisar; que eso amor mío, era lo más hermoso del universo. Te añore en otra noche que pensé; se la regalaría al insomnio, lo hice porque te supe, en letras lejanas pero cálidas. Te anhelé y fue distinto a todas las veces que lo he hecho, fue tan real…

Así, hoy diverge al clima de ayer, la noche parece querer humedecerse, ojalá lo haga, entonces podré hacer que entre la calma y la neblina que deje a su paso la lluvia, mis añoranzas y pensamientos con tu nombre y apellido viajen a donde estés y te abracen.

El nítido recuerdo que invade esta tarde mi cabeza, es esa conversación casi planeada que tuvimos en sueños y se hizo tangible al día siguiente, así, sin explicaciones:

Y… ¿Qué esperas a mi lado? Preguntaste; Espero ser en plenitud, respondí.


No hay comentarios:

Publicar un comentario